The insomnia city

The Jungle of sound Machine

ASCO

No me encuentro. En medio del revuelo de idas y venidas, no me veo.
Encima, abajo, más tarde o más temprano. La rutina se vuelve extrañamente necesaria. Tan necesaria como inexistente.
Como una esfera contenedora de un mundo que gira sin eje, que rebota, que se escapa rodando.
Pero ¿A dónde va?
Déjame pararme un rato, y retratar a los peores actores de esta tragicomedia.
Tantos inadaptados, tanta mierda. Tantos supuestos principios, tantas personas unidas por ellos, presumiendo de soledad, de asocialidad, pero procurándose un nombre y un grupo. Procurandose un autoengaño que mantiene tranquila la consciencia.
Ser lo que se espera, sin opción de posible locura: mentir, engañar, celar, envidiar, odiar; querer ser, y no disfrutar.
Quizá el eterno rodaje, la cada vez más patente retracción, no sea mala, en un intento de que sea sincera. O al menos, implantando una ley del ojo por ojo, eso sí, sin rebajar a carroña.
Me gustaría que no fuese necesaria la actuación, o la autoprotección.
Me encantaría que al mundo no lo moviese el dinero, sino que de VERDAD, lo moviese el amor.