No obstante el factor principal podría atribuírsele a la necesidad del ser humano de creer en algo y finalizar ciclos, en esta sociedad moderna en la que cada día más decaen los valores, y las supersticiones en lugar de sustituirse por la lógica se renuevan.
Como era de esperar, ahora toca enfrentarnos a la resaca de dicho fenómeno. Por mucho que pase el día y llegue uno nuevo no es tan fácil erradicar las creencias arraigadas, derivadas del mismo. La necesidad asociativa causa-efecto del ser humano empezará a buscar como loca cualquier cosa para darle un sentido a la veracidad de dicho fenómeno, por lo cual cualquier suceso posterior será inmediatamente atribuido al 2012. Es más, apuesto a que más de uno se habrá esforzado para que así sea.
Y así fue como una vez más el ser humano estuvo entretenido con una teoría sin base alguna, mientras que en gran parte de África ni se preocupaban por la existencia de un "2012" debido a la escasez alimentos, mientras que el gobierno seguía robando las pensiones a nuestros abuelos, mientras seguíamos sin poder trabajar y un largo etcétera.
¿No nos damos cuenta de que nos siguen controlando a través del miedo? Cada día nos retiran más la educación, la manipulan, nos borran la consciencia histórica y el pensamiento propio convirtiéndonos en marionetas. El arma de dominación más eficaz, la trampa con mil disfraces en la que seguimos cayendo.
Si nos remontamos años atrás, siglos, e incluso milenios podemos darnos cuenta del "tira y afloja" constante entre el poder y el pueblo. Los primeros se embriagan con facilidad del ansia de más omitiendo las necesidades del segundo, hasta que éste enfurece y toma lo que es suyo. (Véase Revolución).
Actualmente existe una confusión interna de valores de las nuevas generaciones en las que todo vale. Nos preocupamos más por el bienestar sin importar cómo llegue que por hacer las cosas bien, pensar por nosotros mismos y cuidar lo que tenemos. ¿Entonces cómo esperamos que el poder sea diferente, si no son más que personas?
La respuesta es que es cambio que se espera sigue siendo necesario, pero tendremos que trabajarlo empezando por nosotros mismos.
Uno de los lastres más importantes a eliminar para avanzar es la queja. Si la mitad del tiempo que se ocupa en quejarse se aplicase en pensar la solución, o cuidar lo que se tiene tarde o temprano no habría problemas.
La forma actual de queja masiva son las manifestaciones en contra de muchas cosas, pero pocas son las que van a favor de una iniciativa. El matiz es importante: los primeros tienen la manifestación como fin para conseguir el cambio a través de pedirlo y los segundos la utilizan como herramienta de difusión, para apoyar una causa.
Es cierto que las manifestaciones han sido una gran herramienta en épocas en las que existía una mayor censura, pero también lo es que su éxito se ha basado en el miedo que provocaba al poder el descontento del pueblo. Ese miedo ya no existe, pues todo está preparado para que no funcionen: Pides permiso para manifestarte, te lo dan y si algo sale mal mandan a la "justicia" y aquí no ha pasado nada. Ha llegado el momento de cambiar de estrategia y empezar a trabajar para que ese cambio llegue, o seguiremos igual indefinidamente.
Para empezar debemos centrarnos en lo que que queremos. Hay que estar dispuesto a llegar hasta el final, mantenerse constante y luchar para superar los obstáculos: Por eso hemos de estar completamente seguros, y recordar que abandonar es dar la lucha por perdida de antemano.
Y si lo que se quiere es mejorar, debemos darnos cuenta de una serie de cosas:
A lo largo de los años, en todas las civilizaciones han existido religiones, sistemas políticos, filosofías y demás con diversas enseñanzas pero con un fin similar: Hallar el bien común.
Así pues si antes era el jefe o representante de dichos sistemas el que se preocupaba por ayudarnos, ahora ya no sucede. Nuestros representantes modernos piensan en mantener su modo de vida, sin importar nada más que el bienestar del sistema capitalista. Tendremos que ser nosotros mismos quienes trabajemos en ello: queda un camino por delante, una lucha en la que debemos buscar un equilibrio entre nosotros mismos y con nuestro medio. Independientemente de las creencias de cada uno, es algo necesario si queremos seguir habitando este planeta y dejar un buen legado a los que vendrán después.
Nos hemos equivocado: equivocarse es un derecho legítimo, y un proceso de aprendizaje en el camino de la vida. Por eso no debemos tener miedo de hacerlo, siempre y cuando afrontemos las consecuencias y aprendamos de ello para conseguir nuestras metas.
Es muy fácil ver las cosas desde fuera cuando es otro el que comete el error, pero esa persona ha llevado un camino para llegar hasta ahí. Si en lugar de señalarle y juzgarle intentásemos ayudarle a encontrar una solución saldríamos todos más beneficiados.
También es cierto que hay personas que no desean realmente ser ayudadas y no debemos perder el tiempo con ellas. Siempre y cuando profesen una actitud destructiva es mejor evitarlo: Sólo provocan daño gratuito.
Más como dijimos antes equivocarse es un derecho legítimo, así pues siempre que sea precedidos por una actitud constructiva, ¿Por qué no intentar mediar acuerdo?. Tarde o temprano los unos necesitaremos de los otros.
Debemos darnos cuenta de que esa ayuda que necesitamos está en nuestras manos. Somos nosotros los que tenemos que empezar esa cadena, predicando con el ejemplo. Un niño no hace lo que le dicen sino lo que ve hacer; es decir: si empezamos ejerciendo un comportamiento en el que en lugar de quejarnos, pensemos en el "mejor bien común" (sin dejar de pensar en el propio) al ponerlo en práctica estaremos produciendo ese cambio, pues al mantenernos firmes en dicha actitud sin excusarnos en el que otro lo haga o no, cada día seremos más y con el tiempo será transmitido a las nuevas generaciones.
No podemos dejarnos llevar por emociones negativas como el miedo, la envidia, los celos, etcétera. Todo en el mundo tiene su lado bueno y su lado malo, pero sólo el bueno nos beneficia. Perdemos más tiempo centrándonos en lo malo, dejándonos llevar por la comodidad de no hacer nada del que invertimos en pensar cómo superarlo o directamente hacerlo.
Nos han educado para abandonar ante las adversidades, ser débiles y no suponer un problema.
Por eso es momento de cambiar las cosas, de hacerlas bien. Y afortunadamente no soy la única persona que lo piensa, ni la primera:
Existen ya diversos proyectos en marcha que con apoyo y una buena actitud solventarían muchísimos problemas sin necesidad de depender del gobierno. Hablo de ONGs, bancos de tiempo, proyectos de educación y un largo etcétera de alternativas en las que no hay que gastar dinero, con tu mano basta.
También puedes llevar a cabo tus propias ideas para mejorar, pero sólo serán efectivas si realmente lo deseas y te mantienes en la lucha (A veces se han de modificar maneras, para poder conservar la esencia).Gracias a Internet tenemos una gran herramienta de difusión y captación, así que... ¿Por qué no aprovecharla?
Son muchas las opciones siempre que el fin sea construir, pues el problema que tiene que otros te lo den hecho es que puede que no sea de tu agrado.
Y lo más importante: Piensa por ti mismo, intenta siempre conseguir tus metas pensando también en el bien común y del entorno ( equivocándote hasta hacerlo cada día mejor), trabaja una actitud constructiva, positiva y constante. Recuerda que ninguno de nosotros vale más que la suma de todos.
Por mi parte seguiré trabajando en lo que creo, volveré con más para el que esté interesado y siempre dispuesta a echar una mano para el que sepa cogerla.